MALVINAS: No hay héroes, hay victimas.
Solo esa frase resume todo lo que pasa por mi cabeza en estas fechas que se cumplen 30 años de la guerra y las redes sociales se llenan de ese maldito patriotismo futbolero argentino que tanto asco me da.
Aquella de 1982, injusta, como toda guerra, donde la dictadura Argentina en sus últimos suspiros intento recobrar el apoyo ciudadano a base de nacionalismo berreta. Esa donde se mando a morir a jóvenes de 18 años que prestaban el servicio militar, inexpertos, enfrentándose a uno de los ejércitos mejor preparados del mundo, el de su graciosa majestad.
Crecí escuchando hablar sobre los héroes de Malvinas, esos que dieron su vida por defender a la Patria. Claro, las historias de estos supuestos héroes me las contaban los mismos que les dieron la espalda con vergüenza a los que sobrevivieron y consiguieron volver de esa isla maldita, ese pedazo de tierra en medio del Atlántico Sur.
¿Héroes? No señores. Victimas. Victimas que podríamos sumar a los 30.000 desaparecidos. Chicos mandados a la muerte por su sacro santos jefes militares. Sin opción, sin necesidad. Sin ni siquiera una causa justa por que hacerlo. Eso no fue defender la patria. Fue defender el culo de lo peor que ha pasado por un gobierno de mi País, y eso ya es decir.
Fueron victimas de sus mandos, pero también de sus compatriotas. Esos que no tuvieron el valor de enfrentar como pueblo unido a una dictadura militar. No tuvieron el valor de defender su patria de verdad. Esos mismos que gritaron en el mundial del 78, mientras a pocos metros otros eran torturados. Esos que mientras la guerra seguía su curso miraban a Maradona en el mundial del 82. Esos también son culpables, cómplices del genocidio. Del de los desaparecidos, y de el de los chicos de Malvinas.
Héroes son aquellos que se opusieron a esa barbarie. Que lucharon con sus medios, algunos hasta dar la vida, como Rodolfo Walsh, y como muchos otros, muertos o desaparecidos solo por sus ideas, por ser contrarios a su régimen y a su ideal fascista.
Ahora es cuando muchos dirán que no tengo derecho a opinar, por no haber vivido esa época. Por esa misma razón. Por que no tengo que cargar con la vergüenza de haber tolerado y, en ocasiones, apoyado, la vergüenza de ser cómplice de una panda de asesinos uniformados.
Con respecto a las islas, mi opinión es clara. Esa gente, los habitantes de las islas que llevan viviendo en ellas casi dos siglos, son los únicos que tienen el derecho a decidir que es lo que quieren ser. Como todo pueblo, tienen derecho a su autodeterminación.
El patriotismo futbolero argentino, ese que todos llevan dentro, ese que les hace comparar un partido de fútbol con una guerra, se me tirará al cuello. Es ese mismo que aun hoy, 30 años después les hace seguir odiando a los ingleses (como si todos los ingleses del mundo fueran Margaret Thatcher), y les hace olvidar que todos fueron cómplices de la muerte de esos chicos en esa, mas que nunca, injusta guerra.
Ahora sigan poniendo fotos en Facebook y mensajitos ultra nacionalistas sin sentido. Nos vemos en el próximo mundial.
Solo esa frase resume todo lo que pasa por mi cabeza en estas fechas que se cumplen 30 años de la guerra y las redes sociales se llenan de ese maldito patriotismo futbolero argentino que tanto asco me da.
Aquella de 1982, injusta, como toda guerra, donde la dictadura Argentina en sus últimos suspiros intento recobrar el apoyo ciudadano a base de nacionalismo berreta. Esa donde se mando a morir a jóvenes de 18 años que prestaban el servicio militar, inexpertos, enfrentándose a uno de los ejércitos mejor preparados del mundo, el de su graciosa majestad.
Crecí escuchando hablar sobre los héroes de Malvinas, esos que dieron su vida por defender a la Patria. Claro, las historias de estos supuestos héroes me las contaban los mismos que les dieron la espalda con vergüenza a los que sobrevivieron y consiguieron volver de esa isla maldita, ese pedazo de tierra en medio del Atlántico Sur.
¿Héroes? No señores. Victimas. Victimas que podríamos sumar a los 30.000 desaparecidos. Chicos mandados a la muerte por su sacro santos jefes militares. Sin opción, sin necesidad. Sin ni siquiera una causa justa por que hacerlo. Eso no fue defender la patria. Fue defender el culo de lo peor que ha pasado por un gobierno de mi País, y eso ya es decir.
Fueron victimas de sus mandos, pero también de sus compatriotas. Esos que no tuvieron el valor de enfrentar como pueblo unido a una dictadura militar. No tuvieron el valor de defender su patria de verdad. Esos mismos que gritaron en el mundial del 78, mientras a pocos metros otros eran torturados. Esos que mientras la guerra seguía su curso miraban a Maradona en el mundial del 82. Esos también son culpables, cómplices del genocidio. Del de los desaparecidos, y de el de los chicos de Malvinas.
Héroes son aquellos que se opusieron a esa barbarie. Que lucharon con sus medios, algunos hasta dar la vida, como Rodolfo Walsh, y como muchos otros, muertos o desaparecidos solo por sus ideas, por ser contrarios a su régimen y a su ideal fascista.
Ahora es cuando muchos dirán que no tengo derecho a opinar, por no haber vivido esa época. Por esa misma razón. Por que no tengo que cargar con la vergüenza de haber tolerado y, en ocasiones, apoyado, la vergüenza de ser cómplice de una panda de asesinos uniformados.
Con respecto a las islas, mi opinión es clara. Esa gente, los habitantes de las islas que llevan viviendo en ellas casi dos siglos, son los únicos que tienen el derecho a decidir que es lo que quieren ser. Como todo pueblo, tienen derecho a su autodeterminación.
El patriotismo futbolero argentino, ese que todos llevan dentro, ese que les hace comparar un partido de fútbol con una guerra, se me tirará al cuello. Es ese mismo que aun hoy, 30 años después les hace seguir odiando a los ingleses (como si todos los ingleses del mundo fueran Margaret Thatcher), y les hace olvidar que todos fueron cómplices de la muerte de esos chicos en esa, mas que nunca, injusta guerra.
Ahora sigan poniendo fotos en Facebook y mensajitos ultra nacionalistas sin sentido. Nos vemos en el próximo mundial.
