diciembre 21, 2009

A veces la tristeza se apodera de mi.

Maldita mi suerte de tener que verte siempre y no tenerte. Maldita mi falta de coraje y no poder ir hablarte. Cuando siento que caigo en un abismo solo quiero correr a tus brazos porque solo ahí encuentro la paz que necesito. Te lastime lo sé, que te fallé también lo sé; pero reconocí mis errores y pedí perdón desde lo más profundo del alma. Una vez me dijiste que me querías pero que no me podías perdonar, te entendí pero no lo quise asimilar por eso nunca te deje partir de mi corazón. Siento como si estuviera envuelta en medio de la neblina y mis ojos estuviesen cegados, siento que no puedo salir de esa cortina blanca donde me encuentro, que te amo lo sabes y sé que no dudas de eso. Yo no buscaba nada y de repente un día te vi, te encontré sin proponérmelo y fue en ese instante donde encontré al verdadero amor de mi vida. A veces apago la luz de mi habitación y pienso todas las cosas que hubiesen pasado si... y pienso las miles de alternativas que pude haber tenido, y en todas esas alternativas apareces de alguna u otra manera, no hay razón para que te saque de mi vida. Tu ser junto con tu cuerpo, tu aroma, tu figura, tu voz y todos los pequeños gestos que te hacen especial son lo mejor que me pasaron. Te lo dije alguna vez y si no te lo hubiera dicho lo sabrías solo con mirarme que sos esa persona que me marco de una forma distinta a los demás, que soy feliz solamente si vos lo sos, que sos ese que siempre voy a recordar y así lo quiero, que pase momentos con vos que nunca los voy a poder igualar con nadie. Tengo guardado en mi memoria y en mi corazón segundos, horas, días, tardes, noches, madrugadas que solamente paso con vos, porque cuando te conocí me olvide de mi pasado y mi futuro quedo a la deriva porque solo importaba el presente a tu lado. Dame un abrazo, necesito un abrazo. Necesito sentir una vez más tu calor sobre mi cuerpo.


(De mi autoría.)

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