octubre 25, 2009

Ella.

Para ella era como si el mundo se le callara, no sentía lo que pasaba en el exterior de su cuerpo. Comenzaba a temblar, le sudaban las manos. Lo buscaba con la mirada y lo encontraba y como siempre ocurría se volvían a esquivar. A ella le daba bronca e impotencia, por eso una vez más volvía a la puerta de la casa para poder hablar. Ella le preguntaba que sentía y como siempre él respondía con un simple "nada". Ella le suplicaba una vez más que le dijera que sentía, que pensaba pero como ocurría siempre él contestaba con un silencio y una mirada profunda. Ella al darse vuelta y marcharse oía sonar su celular. Ella se marchaba sabiendo que un mensaje de él llegaría, diciéndole todo lo que no se había animado a decirle en la cara. Era siempre la misma historia. Ella ya estaba acostumbrada, hasta creo que en cierto punto, estaba resignada. Aún así era inevitable para ella que sus lágrimas calleran por su cara corriéndole el maquillaje. Ya nadie le preguntaba que le pasaba, ya todos sabían. Mientras sufría por no tenerlo escuchaba mil canciones recordándolo. Me pregunto si ella era masoquista. Creo que no, para mi era solo amor. Ella no podía evitar no pensarlo, no volver a recordar lo que sintió aquella noche al tener su cuerpo junto a ella y ser la mujer más feliz. Al acordarse de eso una angustia se apodera de su cuerpo y de ella las lágrimas vuelven a salir. Las ganas de llamarlo a él y decirle cuanto lo ama y lo importante que es en su vida, siempre están. A pesar de que él la hace sufrir también la hace feliz y es eso lo que a ella la hace volver.


(De mi autoría.)

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